Las creencias son ideas que tomamos y asumimos como verdaderas.
No son la verdad, sino nuestra manera de percibir lo que experimentamos.
Supongamos que sería como llevar unas gafas a través de las que vemos el mundo y a nosotros mismos, y en consecuencia, la realidad que proyectamos.
Un planteamiento para tomar conciencia, es que la importancia de nuestra realidad no está en lo que sucede, sino en cómo interpreto, qué siento y qué me estoy diciendo, respecto a lo que sucede.
Hay dos tipos de creencias: las tóxicas o limitantes (aquellas que nos condicionan, enjuician, nos impiden avanzar y nos perjudican), y las sanas o potenciadoras (que nos recuerdan el verdadero potencial y nos abren a las posibilidades).
Si queremos transformarlas o liberarlas, debemos empezar por reconocerlas, aceptarlas y estar dispuestos a dejar de identificarnos con ellas.
Podemos empezar a soltarlas con un simple: “Gracias por participar” o “no lo sé, no sé nada”…
La clave es detectarlas y dejarlas ir.
Si renunciamos a permanecer apegados a ellas, ofreceremos espacio a una nueva visión y daremos paso a otras más sanas y potenciadoras.
Observa ¿Qué creencias alimentas en tu día a día, dándoles tu energía y atención? ¿Qué ideas tienen más poder sobre ti y tu modo de vida?
-Jose A. Manchado