La vida es un proceso de cambio en constante movimiento.
Imagina un río en el que agua discurre.
Nunca se detiene y nada es igual, porque nunca pasará lo mismo. De ahí que el concepto de “estabilidad”, es solo una idea de la mente.
El cambio es parte de la vida y lo estático sería la muerte. Lo percibamos o no, los cambios están formando parte de nuestro presente, permanentemente.
Sin embargo, con frecuencia son los acontecimientos los que nos recuerdan esta realidad y nos invitan a tomar conciencia de la impermanencia.
Una visión que nos ayudará a comprenderlos y tratar mejor con ellos, es que todo cambio trae consigo un aprendizaje, una oportunidad que nos abre a una perspectiva nueva y distinta de las cosas.
Todo evento o dificultad, surge para despertarnos, sanarnos y transformarnos, llevándonos a desarrollar nuestro mayor potencial. Una mejor versión de nosotros mismos.
A lo largo de la vida participamos en nuestros cambios a través de nuestras decisiones, pero cuando no es así, y es la vida la que propicia los cambios (salud, pérdida de algún ser querido, relaciones, dificultades económicas…), asumirlo puede resultarnos doloroso, incómodo, difícil de comprender… atravesamos un largo o corto periodo de crisis.
Como dijo Buda: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”.
La resistencia a no aceptar estos procesos, produce el sufrimiento. Pero aunque un cambio implique dolor, siempre estaremos eligiendo la actitud con la que afrontarlo.
Podemos tomar la decisión más saludable, consciente y contribuir en nuestro bienestar.
Dependiendo de la situación y el cambio que vivamos, algunas ideas sobre estas actitudes sanas pueden ser: la resiliencia, el optimismo, la creatividad… donde la actitud va a ser determinante en nuestra vida.
Por otro lado, tomar las experiencias de cambio como un aprendizaje, nos ayudará a dejar de sentirnos víctimas de nuestras circunstancias, retomar la responsabilidad, desarrollar lo mejor de nosotros, y con el tiempo, llegar a sentir agradecimiento, por lo que ese cambio ha hecho florecer en nosotros y en nuestra vida.
-Jose A. Manchado